Editorial: La Actividad

La Actividad

BIOLOGÍA

Por Alberto Martínez-Arrazubi

Es una constatación universal la enorme influencia de los estímulos en el desarrollo de las funciones y capacidades de los organismos vivos. Nuestro sistema orgánico no es una excepción a esta regla y sigue con plena vigencia este principio general. Distinguimos entre actividad física y psíquica, no porque en el fondo sean diferentes, ni afecten a sistemas antagónicos, sino para poder profundizar mejor en cada uno de ambos aspectos.

Hoy podemos afirmar que el ejercicio físico moderado, desarrollado al aire libre es ideal para mantener en perfectas condiciones de salud a todo el organismo. Sabemos que el ejercicio físico actúa como un “antioxidante” y por lo tanto frena la oxidación celular, provocada por un exceso de “radicales libres”, capaces de destruir las mitocondrias e impedir la regeneración de las células.

Nadie duda de los efectos beneficiosos que el ejercicio físico provoca en los sistemas osteomuscular, cardiovascular, respiratorio y metabólico, a los que debemos añadir las no menos importantes consecuencias favorables en el ámbito de la salud mental, como el aumento de la capacidad reparadora de las neuronas tras accidentes o enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y otras enfermedades mentales como la ansiedad, la depresión y el estrés crónico.

La sabiduría popular afirma y confirma que “el órgano que no se activa se atrofia”, “el que no llora no mama”, “el que no recoge desparrama”, “el que no construye destruye”, que “la función crea el órgano”,  que “la inactividad nos mata”, que “al que no come se lo comen”, que “al que no se organiza lo organizan”, que “el que no lucha sucumbe”, etc.

Es obvio, aunque olvidamos con excesiva frecuencia, que la actividad es consubstancial con la vida, que el equilibrio nunca es estático sino dinámico, que el que no se renueva se muere, porque la degradación biológica es implacable y la regeneración, que es indispensable para la supervivencia de individuos y especies, depende directamente de los estímulos recibidos.

Muy a menudo tendemos a pensar que la salud que disfrutamos es algo permanente y otras veces, por el contrario, que la enfermedad es algo inexorable, que nos amenaza, hagamos lo que hagamos y que tarde o temprano nos alcanzará y nos destruirá completamente. 

Hoy sabemos a ciencia cierta que el ejercicio físico aeróbico es una de las acciones más efectivas, que podemos llevar a cabo para desarrollar y mantener la salud de nuestro organismo. Desde un punto de vista científico, no hay duda de que con la actividad física adecuada podemos frenar el deterioro físico y mental, que habitualmente asociamos con el paso de los años, reduciéndose sus efectos significativamente.

Una de las razones parece apoyarse en que el ejercicio físico actúa como un antioxidante de primer orden, que bloquea la acción de las enzimas encargadas de la oxidación celular, logrando reducir en las mitocondrias los niveles elevados de radicales libres. También se sabe que el ejercicio físico es beneficioso para el sistema osteomuscular, para el cardiovascular y para el respiratorio, pero ahora también sabemos fehacientemente que es tremendamente beneficioso para las condiciones cognitivas y mentales del cerebro. Las razones de estos hallazgos se basan en que el ejercicio físico contribuye a la síntesis y liberación de los neurotransmisores, activa la formación de sinapsis nerviosas e incrementa la capacidad regenerativa del cerebro.

Estudios paralelos demuestran que una actividad física bien diseñada es capaz de mejorar los estados de ansiedad, depresión y potenciar las capacidades psicológicas, que el organismo precisa para superar las situaciones de estrés crónico.

Los mejores resultados en materia de salud no se han obtenido con los ejercicios físicos “anaeróbicos”, como el levantamiento de pesas, la gimnasia sueca u otros ejercicios de tipo culturista, sino con los ejercicios “aeróbicos”, como el andar, saltar, correr, etc., realizados al aire libre, que de alguna manera nos recuerdan nuestro pasado como primates y nos armoniza, mejorando la circulación sanguínea, activando los factores de crecimiento, normalizando la tensión arterial, reduciendo los niveles del colesterol “malo”, (C-LDL), evitando los desequilibrios hormonales como la diabetes y neutralizando los riesgos de arteriosclerosis.

Otro beneficio a tener en cuenta a la hora de planificar la actividad física es que las personas que han realizado actividades físicas durante los años de la infancia, adolescencia y juventud, han adquirido una especie de “reserva natural” que les sirve a lo largo de toda la vida, como si los efectos de la actividad física fueran acumulativos e imperecederos.

También es importante recordar que el ejercicio físico es beneficioso a cualquier edad en la que se inicie y que la respuesta positiva, en forma de beneficios para la salud, está dependiendo directamente del tiempo e intensidad empleados y es independiente de la edad en la que se inicia.

Tradicionalmente llamamos ejercicio físico a cualquier actividad que consiga que el cuerpo trabaje algo más de lo habitual, incorporando actividades físicas que superen la rutina diaria de desplazarse, sentarse, pararse, tumbarse e incorporarse, aunque en realidad todos los movimientos, que realizamos ponen en marcha alguno de los grupos musculares, cuya actividad comporta beneficios que pueden concretarse en:

  • Mejora generalizada del estado físico y de la capacidad para llevar a cabo las actividades diarias.
  • Ayuda en la prevención de algunas enfermedades como la osteoporosis, la anquilosis, la ansiedad y la depresión
  • Colaboración directa para el control de enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, las cardiopatías, etc.
  •  Reducción del sobrepeso y de la obesidad porque incrementa el consumo de calorías y ayuda a reducir los excesos de grasa corporal.
  • Apoyo para controlar y mantener el peso dentro de la normalidad deseada.

CALENTAMIENTO

El calentamiento tiene la finalidad de conseguir que el organismo progresivamente alcance un nivel óptimo de forma física, obteniendo mayor movilidad y flexibilidad en las articulaciones, mediante la realización de una serie de ejercicios, cuyo objetivo inmediato es provocar el aumento de la temperatura muscular y de ese modo al iniciar cualquier actividad podremos rendir al máximo y además estar en condiciones de prevenir posibles lesiones.

Podemos distinguir varios tipos de calentamiento en función de los objetivos:

El Calentamiento general prepara al organismo para realizar una actividad física normal con ejercicios de baja especificidad e intensidad preparatoria y debe ser adaptado al individuo, progresivo en cuanto a su intensidad y prolongado durante el tiempo necesario.

El Calentamiento específico está dirigido a poner a punto el organismo para la práctica de actividades concretas y se ocupa específicamente de la preparación puntual de alguna o algunas partes del cuerpo. Entre los calentamientos específicos podemos incluir los dedicados a los distintos deportes, que constan de un conjunto de ejercicios, ordenados gradualmente y dirigidos a todos los músculos y articulaciones implicados, con la finalidad de preparar al organismo para un mejor rendimiento físico.

En muchos deportes el calentamiento se realiza con los mismos instrumentos que se van a emplear en la ejecución de la actividad principal.

Todos los calentamientos tienen una importante función preventiva, al tratar de minimizar cualquier tipo de lesión que pueda sobrevenir durante el desarrollo del ejercicio, pero llamamos calentamiento preventivo al que se lleva a cabo en los procesos de recuperación de alguna lesión y suele acompañarse de masajes y baños de calor/frio.  

Enfriamiento
El objetivo fundamental de los enfriamientos es relajar el tono muscular después de la sobrecarga que nos ha supuesto el entrenamiento. Conseguimos con ello una completa relajación muscular y evita que nos resintamos del esfuerzo al día siguiente. 
Es aconsejable trotar unos minutos una vez concluido el entrenamiento y luego hacer unos estiramientos muy suaves.

Beneficios del Calentamiento

-Aumento de la temperatura de la musculatura implicada y del organismo en general que en los adultos puede elevarse por encima de los 38,5º

-Aumento del flujo sanguíneo general y de la musculatura en particular, lo que supone incrementar el aporte de oxígeno y mejorar la eliminación del dióxido de carbono.

-Aumento del ritmo cardíaco y de la actividad pulmonar, mejorando su capacidad y la utilización del oxígeno.

-Aumento del rendimiento y la velocidad de la contracción muscular.

-Mejora de los reflejos y la actividad en los circuitos neuronales en la transmisión de los impulsos nerviosos.

-Aumento de las capacidades de todos los órganos sensitivos.

-Mejora del metabolismo general, ordenando las distintas fuentes de energía.

-Aumenta la capacidad de atención, concentración y procesamiento de la información.

-Aumento de la capacidad orgánica general, de músculos y de articulaciones.

-Aumento de la fuerza y la destreza física, con disminución de la tensión muscular, al mejorar la oxigenación e incrementar el aporte de sangre.  

-Aumento de la temperatura del cuerpo y mejora de la viscosidad sinovial para facilitar el deslizamiento articular y muscular.

-Aumenta la elasticidad muscular y evita distensiones bruscas y desgarros, porque la contracción y relajación del músculo, durante el ejercicio mejora en rapidez y eficiencia.

-Adapta y mejora el aprendizaje frente a las nuevas circunstancias experimentadas.

¿CANTIDAD, INTENSIDAD, RITMO?

Antes de planificar los ejercicios físicos a realizar conviene tener claros, al menos, tres parámetros como la Cantidad, la Intensidad y el Ritmo, que vamos a aplicar a nuestra Actividad físico-deportiva.

En cuanto a la cantidad de tiempo dedicado a su ejecución, conviene saber que, dentro de unos márgenes razonables, la cantidad de tiempo dedicado a la actividad física es directamente proporcional a la consecución de beneficios para la salud, de forma que cualquier aumento en la actividad mejora las situaciones previas de menor actividad.

No debemos olvidar que seguimos perteneciendo genéticamente al “Género Homo”, cuyos integrantes han debido mantener, durante muchos miles de años, una actividad física muy prolongada en el tiempo, para poder obtener todos los elementos imprescindibles para su supervivencia y no podemos obviar ni nuestras raíces ni nuestra dependencia del medioambiente.

La cantidad mínima-suficiente de tiempo, recomendada para dedicarla a la realización de actividades aeróbicas se concreta en 3 horas semanales al inicio del programa, aumentándolo a 5 horas y se recomienda acompañarlo de algún ejercicio anaeróbico para el fortalecimiento muscular, al menos, dos veces por semana.

Estas 3 – 5 horas semanales dedicadas a la actividad física conviene repartirlas al menos en tres ocasiones, sabiendo que es todavía más útil si se distribuyen entre cuatro o cinco veces por semana. No hay duda de que esta medida lógica de repartir la actividad física a través de la semana, en lugar de hacerla en tres o cuatro días consecutivos es mucho más acorde con nuestras características, condiciones y exigencias genéticas y además reduce claramente el riesgo de lesiones.

Como medida cautelar, siempre es conveniente empezar los ejercicios físicos con actividades aeróbicas que sean de una intensidad media-moderada al inicio, e ir incrementándolas poco a poco, hasta lograr los objetivos programados.

Un buen consejo práctico para valorar la intensidad de los ejercicios es que, mientras se realizan actividades moderadas como el caminar, una persona pueda ser capaz de hablar, puesto que una actividad más vigorosa no se lo permitiría, al exigirle tomar aire con mayor frecuencia.

También se puede calcular y controlar el nivel de intensidad de un ejercicio físico, utilizando la frecuencia cardíaca (pulsaciones por minuto), que en cualquier circunstancia deben mantenerse dentro de unos márgenes ideales, es decir, entre el 60 y el 90% de la frecuencia cardíaca máxima de cada individuo.

A esa frecuencia cardiaca la llamamos ideal y para calculara, se utiliza la fórmula siguiente:

La frecuencia cardíaca máxima = 220 Puls./minuto, menos la edad del sujeto.

La frecuencia cardíaca ideal = frecuencia cardíaca máxima por % de intensidad.

Ejemplo: para una persona de 60 años a un nivel de intensidad físico del 70%.

Su frecuencia cardíaca máxima = 220 - 60 = 160 Puls./m.

Su frecuencia cardíaca ideal = 160  x  70% = 112 Puls./m.

Este cálculo de la frecuencia cardíaca ideal es independientemente del tipo de actividad física que se realice.

Es preferible desde el punto de vista de la salud, iniciar los programas de entrenamiento con ejercicios de intensidad moderada, es decir, que la actividad física se realice, manteniendo unas Puls./m. entre el 60 y el 70% de la frecuencia cardíaca máxima del individuo. Así se puede garantizar una actividad física segura y sin riesgos, que puede desarrollarse por un período de tiempo prolongado.

La actividad física debe realizarse a un ritmo que esté adecuado a las capacidades y a los objetivos de salud de cada persona en particular y debe incrementarse la actividad gradualmente, tanto en cantidad como en intensidad, evitando siempre los efectos indeseables que puedan derivarse de su ejecución.

Para conseguir estos objetivos es imprescindible utilizar el sentido común y poner en práctica los consejos de los expertos, junto a la observación de los signos y síntomas que nuestro organismo va emitiendo de manera constante durante las pruebas físicas.

 No está de más y puede llegar a ser plenamente necesaria, al menos en los programas deportivos, una evaluación previa por parte de un profesional competente, sobre la cantidad, intensidad y progresión de los ejercicios físicos a realizar con el fin de alcanzar los objetivos deseados a la vez que evitar los riesgos de las tan temidas lesiones, que pueden sobrevenir si se comienza la actividad física demasiado rápido, con excesiva intensidad o durante un tiempo exagerado.

ESTIRAMIENTOS

Entendemos por estiramiento el alargamiento del músculo, más allá de la medida que tiene en su posición de reposo y se consigue mediante la práctica de ejercicios suaves y mantenidos, dirigidos a preparar los músculos para un mayor esfuerzo y para aumentar la amplitud del movimiento útil de las articulaciones.

Parte importante del entrenamiento corresponde a los estiramientos y cada día se les está prestando más importancia, pues, si estos son bien ejecutados, sirven para preparar el organismo frente al esfuerzo del entrenamiento y lo predisponen, una vez concluido éste, a un descanso y una mejor recuperación muscular.

Con demasiada frecuencia descuidamos los prolegómenos, se inicia el entrenamiento directamente, sin hacer los estiramientos ni calentamientos previos y lo concluimos sin enfriar la musculatura y sin los estiramientos adecuados, situación que provoca sobrecargas, contracturas y lesiones en general, por descuidar estos ejercicios previos.

Los estiramientos son importantes y deben realizarse de forma regular para mantener la flexibilidad y la movilidad, tanto en el ámbito de la salud, como en los entrenamientos deportivos, siendo en general preferible actuar antes del ejercicio para las contracturas musculares y como mantenimiento para evitar la pérdida de movilidad y favorecer la elasticidad.

Los estiramientos no previenen lesiones ni evitan agujetas, al contrario, es posible que éstos las provoquen. Quienes entrenan con velocidades o resistencias altas no deberían realizar estiramientos ni antes ni después del entrenamiento y lo mismo vale para los que sufren algún proceso inflamatorio, rigideces articulares rebeldes o han realizado trabajos muy duros.
Los estiramientos hay que hacerlos pausadamente y de manera progresiva. Hay que estirar para que el músculo se relaje, notando cómo nos tira pero sin llegar a tener sensación de dolor. Los ejercicios deben durar entre 10 y 20 segundos.

No hay que estirar con rebotes ni tirones, queriendo con ello conseguir una mayor flexibilidad, ya que puede dar lugar a lesiones, si se hace muy violentamente.

Hay que procurar que la respiración sea lenta. Se inspira cuando se estira el músculo y se expira mientras lo mantenemos en tensión.

El orden del estiramiento debe ser de la cabeza a los pies, siguiendo un orden. Con ello conseguimos que ninguna de las partes del cuerpo se nos olvide.

Entre los beneficios que los estiramientos nos proporcionan señalamos los siguientes:

-Aumento de la flexibilidad de los músculos, tendones, fascias, ligamentos, cápsulas articulares y de la piel en general.

-Aumento de los márgenes en la movilidad articular.

-Evitación de las lesiones deportivas más comunes.

-Reducción de la tensión en los músculos estirados.

-Mejora de la coordinación entre los músculos agonistas y los antagonistas.

-Prevención del endurecimiento muscular, después de la realización de ejercicios.

-Evitación de las agujetas y calambres posteriores con estiramientos previos al ejercicio.

GIMNASIO,TAI CHI, PILATES

Cualquier persona que hoy en día acuda a un gimnasio de última generación puede llegar a sentirse abrumado por la amplísima oferta que estos centros le están brindando. Tienen programas ultramodernos, en máquinas sofisticadas con controles electrónicos, que al usuario inexperto le pueden parecer más unos instrumentos de un laboratorio industrial que los aparatos destinados a entrenar el cuerpo humano de forma natural.

Paralelamente existen otros centros donde se imparten programas de actividad física, basados en métodos más antiguos, que conllevan la garantía y el aval de una eficacia y una eficiencia demostradas tras largos años de implementación.

Debemos tener en cuenta que para mantener aquellas habilidades que hoy estamos disfrutando es absolutamente necesario seguir practicándolas día a día, porque la no utilización las atrofia indefectiblemente, máxime en las personas mayores quienes un día descubren que ya no son capaces de sentarse en el suelo, que si lo hacen ya no pueden levantarse, que no tienen fuerza en las piernas para superar un ligero tropiezo y deciden no salir de casa solas o sin bastón.

Es obligación de cada individuo luchar por mantener su autonomía física y psíquica, evitando siempre que sea posible las situaciones crónicas de dependencia, para ello cada uno de los individuos debemos establecer un programa personal de estimulación, que nos haga más libres e independientes y disfrutarlo durante la mayor parte de nuestra vida.   

 (Resumen sobre) EL TAI CHI

Desde hace miles de años, en la antigua China se han venido desarrollando una amplia serie de movimientos y ejercicios físicos, tradicionalmente diseñados y dirigidos a facilitar el desarrollo y el mantenimiento de la salud, con el fin de mejorar y alargar la supervivencia de la población.

El “tai chi” que forma parte de esta tradición, es una disciplina oriental cada vez más practicada en todo el mundo, merced a los procesos imparables de la globalización, que también tienen su lado positivo al facilitar el acercamiento entre las culturas orientales y las occidentales. Cada vez se programan y se ofertan en nuestras ciudades nuevos y mejores cursos sobre esta disciplina milenaria.

Una de las características, que más ha colaborado en su difusión y mejores resultados ha aportado para su establecimiento definitivo es que todos los movimientos del “tai chi” pueden ser realizados, sin emplear un esfuerzo corporal excesivo, ya que en ellos predomina la armonía y la lentitud.

Por esta razón ya no es necesario imponer límites de edad, ni condiciones físicas especiales, e incluso, ni aplicar contraindicaciones médicas, aun en los casos de enfermos crónicos, pudiendo ser practicada por personas de cualquier edad y condición física, puesto que el “tai chi” ha demostrado ser una gimnasia terapéutica y una efectiva manera de evitar enfermedades crónicas, aun en las personas mayores, si lo practican regularmente.

La antigua filosofía china explica las realidades de la vida como fruto de una lucha constante entre los grandes principios “el yin” y “el yan”, dos polaridades que mantienen todo en movimiento y que, a la vez, están contenidas en la misma entidad.

“El yin” representa el principio pasivo, como la blandura, la suavidad, la oscuridad, la tolerancia, la paz, la feminidad, mientras que “el yan” simboliza el principio activo, la dureza, la claridad, la agresividad, la guerra, la masculinidad.

Según esta definición conceptual, aplicada a nuestra sociedad occidental se podría interpretar como que el yan domina sobre el principio yin, dado que la violencia y el poder son más fuertes que los gestos de paz, los hombres siguen influyendo más que las mujeres, la ambición y el poder tiene más predicamento que la vida modesta y sencilla, y para que este estado de cosas cambie es necesario volver a equilibrar “el yin” y “el yan”, siendo responsabilidad de cada uno de nosotros el encontrar nuestro propio camino en el punto medio o en el centro donde clásicamente reside la virtud.

Origen y desarrollo del “tai chi”.-

Los principios básicos del “tai chi” sólo pueden entenderse bien cuando se buscan sus raíces en la cultura milenaria de China. En ella encontramos tres principios diferentes que se han ido desarrollando con el paso del tiempo:

1.- La filosofía taoísta y las técnicas asociadas a ella para la respiración y la meditación.

2.- La antigua enseñanza china de la salud, que ahonda de forma especial en la prevención de las enfermedades.

3.- Las diferentes escuelas de las artes marciales secretas.

El “tai chi” y la filosofía taoísta.-

El término “tai chi” admite diferentes traducciones. Por un lado significa “viga grande que soporta el tejado de la casa”, y en sentido metafórico representa la conexión entre el cielo y la tierra. Los antiguos chinos se imaginaban el cielo como una cúpula soportada por un pilar central, el “tai chi”, que se anclaba en las profundidades de la tierra y esta es la forma en la que debe mantenerse el ser humano, enraizado en la tierra y erguido hacia el cielo, estableciendo un puente entre ambos polos.

El taoísmo no es una religión en el sentido estricto, sino que puede entenderse como una especie de filosofía de la vida. Laotse, que al igual que Confucio y Budha vivió en el siglo V antes de Cristo, es considerado el creador del taoísmo, pero mientras Confucio desarrolló un estricto sistema de jerarquía social y moral, Laotse formuló en los 81 versos, que han llegado hasta nuestros días (el Tao te king) una enseñanza orientada hacia la reflexión interior, donde prima la armonía con la naturaleza y la renuncia a la violencia.

(Resumen sobre) PILATES

Entre los múltiples métodos actualmente vigentes para la estimulación del organismo, he preferido referirme al método Pilates, que considero un buen modelo de programa de entrenamiento para el cuerpo y para la mente con cerca de 80 años de existencia y que es conocido mundialmente con el nombre de su fundador, Joseph Humbertus Pilates.

Según cuentan sus biógrafos, el Sr. Pilates de niño tuvo una salud bastante delicada y padeció varias enfermedades como asma, fiebres reumáticas y raquitismo, experiencia que le impulsó a fortalecer su cuerpo, a base de practicar deportes como la gimnasia, danza, esgrima, esquí, atletismo, boxeo y lucha grecorromana.

Tuvo también un conocimiento bastante profundo de algunas disciplinas orientales, como el yoga y el tai chi, que le ayudaron a confeccionar su programa de entrenamiento físico-psíquico en el que refundía los criterios, técnicas y ejercicios de todos los deportes practicados por él mismo, más las nociones filosóficas orientales que le parecieron pertinentes.

Denominó “contrology” a su proyecto deportivo-técnico, que según hemos comentado, contenía fragmentos de diversos métodos de entrenamiento, tanto orientales como occidentales. Su sistema de entrenamiento está compuesto de movimientos sutiles y de gran precisión, realizados con un esmerado control mental, que no sólo trataba de mejorar la fuerza y la flexibilidad muscular, sino también paralelamente la consecución de un equilibrio somático en el que se integrarían todos los beneficios obtenidos.

El método Pilates, que se apoya en bases  filosóficas orientales, no es solo un buen método para el entrenamiento físico con ejercicios para estiramientos, fortalecimiento muscular e incremento de la resistencia física, sino que trata de mejorar la armonía entre la mente y el cuerpo, pues de otra forma no se podría alcanzar una óptima condición física en base solo a trabajos corporales por muy duros y exhaustivos que fueran.

Si queremos que la calidad esté por encima de la cantidad, que el entrenamiento sea placentero y no agotador y que consiga los máximos resultados en el mínimo plazo, es imprescindible que la mente y el cuerpo trabajen en paralelo y perfectamente integrados en el mismo objetivo de salud.

Así, cada movimiento muscular debe imaginarse o visualizarse primero, a partir de las indicaciones gráficas o verbales y, a continuación, ser ejecutado por el cuerpo que actuará con coherencia, según las instrucciones previas de la mente, ya que esta ejerce de forma natural su función programadora y el cuerpo la lleva a cabo espontáneamente, mientras no reciba una contraorden por los mismos conductos mentales.

Los movimientos del método, cuando son realizados minuciosamente y con la máxima concentración consiguen unos efectos positivos, que mejoran directamente, tanto el estado físico de salud general, como la potenciación de los programas puntuales de rehabilitación.

La primera condición básica para la búsqueda de cualquier otra iniciativa es alcanzar un buen estado de salud, porque el cuidado esmerado y el profundo respeto hacia el propio cuerpo es un requisito indispensable, por ello incluía en su programa de ejercicios las actividades al aire libre y el cuidado de la piel.

Dado que las condiciones físicas de cada individuo son tan particulares y diferentes como las necesidades en materia de salud de las mismas personas, el método Pilates contempla la aplicación personalizada de su programa de ejercicios, como si fuera un traje a medida del cliente, que debía irse adaptando de forma continuada al desarrollo físico, que progresivamente fuera alcanzando.

La atención personalizada e individual a cada usuario de estas técnicas, junto a la combinación y renovación de los programas de ejercicios, en función de las necesidades y requerimientos de los alumnos practicantes, están en las bases de los éxitos alcanzados por este método. Así que hombres y mujeres, jóvenes y viejos, sanos y enfermos, personas en definitiva de condiciones físicas y motivaciones personales diferentes se ven animadas a practicar estos sencillos y efectivos ejercicios, tanto en casa como en cualquier otro lugar.

Los ejercicios de este método practicados de manera regular y con constancia, llegan a fortalecer y modelar el cuerpo en relativamente poco tiempo, proporcionando a los usuarios y clientes asiduos la figura más armoniosa y perfecta posible.

Con los ejercicios la musculatura se elonga y se vuelve a relajar, hasta lograr mantener las medidas correspondientes a la postura ideal y a la alineación corporal correcta, que debe ser equidistante del centro de gravedad. A la vez que se consigue corregir las malas posturas, fruto de posiciones incorrectas, inconscientemente adoptadas a lo largo de la vida, también se obtiene una mejoría en la conciencia física del propio cuerpo y en la necesidad de restablecer el equilibrio natural perdido.

El método Pilates tiene como objetivo el fortalecimiento y la coordinación armónica de todos los músculos, grandes y pequeños, intenta restablecer el equilibrio muscular perdido a causa de esfuerzos unilaterales, por adopción de posiciones incorrectas, por situaciones de estrés o incluso por influencia de enfermedades y accidentes previos, fortaleciendo y armonizando la musculatura para que pueda resistir mejor los esfuerzos cotidianos.

El método exige un alto nivel de concentración, autocontrol y precisión, que comporta un gran parecido con otros programas de “control mental”. En realidad la mente debe trabajar y controlar la ejecución correcta de todos los ejercicios, pero no tiene que mantener una tensión continua y los movimientos deben realizarse con la mayor dosis de relajación posible.

Es muy importante que la respiración sea muy profunda, que fluya de manera natural y que todos los sentidos del cuerpo sean conscientes y acompañen a los movimientos dinámicos del organismo, proporcionándole una sensación de plena armonía.

La fuerza y el control de la mente sobre todos los movimientos conscientes del cuerpo, por medio de un entrenamiento continuado, acaban consiguiendo identificarse con la postura y por ende con la expresión corporal, que termina siendo efectivamente armoniosa, como si  la mente diera la forma definitiva al cuerpo.

Todos los ejercicios del método Pilates se pueden realizar sin necesidad de costosos aparatos ni accesorios especiales, a cualquier hora del día y en cualquier lugar, actuando sobre una alfombra o tapiz que proporcione suficiente apoyo y protección a la columna vertebral y teniendo en cuenta que, si la superficie es demasiado blanda, se puede perder la estabilidad y el equilibrio.

Al potenciar la musculatura del centro gravitatorio del cuerpo, se trabajan los músculos del abdomen, muslos y nalgas que actúan juntos de manera armónica y cambian la postura y la estética corporal. Los tejidos se vuelven más firmes, la musculatura se torna más elástica y se consigue dar a los movimientos mayor elegancia y naturalidad.

Si conseguimos fortalecer la zona central entre el tórax y la pelvis, junto a la musculatura que la rodea, los potentes músculos del abdomen y los de la espalda van a dar protección a los órganos internos, a la vez que estabilizan la espalda. 

Un beneficio directo del método es la evitación de las posturas incorrectas, al mejorar el control e incrementar la sensibilidad mental respecto al detalles de los movimientos. Así, podemos prevenir y corregir los vicios posturales, obteniendo una mayor capacidad de relajación y resistencia frente a los trabajos que nos exigen grandes esfuerzos físicos y, o mentales.

Los ejercicios ejecutados con fluidez son ideales para potenciar la musculatura débil, que se fortalece y se relaja naturalmente, consiguiendo mediante el control de la mente, aplicado durante el ejercicio, evitar sobrecargas musculares y redescubrir la dinámica natural.

Al descargar de tensiones la columna cervical y fortalecer la musculatura adyacente se eliminan los dolores de cabeza de origen postural, situación que ayuda a eliminar el estrés y dotar al organismo de una mayor tranquilidad.

Si mejoramos la intensidad y la fluidez de la respiración, estamos proporcionando a todo el cuerpo más cantidad de oxígeno, mejorando la circulación y el aporte de nutrientes a todas las células del organismo.

El sistema osteomuscular está mejor alimentado y responde más eficientemente en el trabajo, estimulándose el flujo energético por todo el cuerpo y reduciéndose el peligro de lesiones. Igualmente el sistema linfático trabaja mejor y se eliminan con mayor eficiencia las toxinas del organismo.

Como colofón podemos decir que el sistema inmunitario también mejora, las defensas

Se debe iniciar el programa con ejercicios de calentamiento para que la musculatura adquiera su tono previamente a desarrollar el programa principal y se estabilice el cuerpo desde dentro hacia fuera, para ello son recomendables la respiración torácica, la inclinación lateral, inclinación hacia delante y el cien, finalizando siempre con ejercicios de relajación.

DESARROLLO MENTAL

Se admite científicamente que el ser humano nace con una cantidad de neuronas próxima a los 100.000 millones y que, cuando las ponga en funcionamiento, estará desarrollando tantas conexiones neuronales, como vaya necesitando.

A estas conexiones las llamamos “sinapsis”, que se crean de forma masiva, durante los periodos de lactancia, infancia y niñez, y posteriormente siguen un proceso evolutivo constante durante toda la vida del individuo, llegando a los 100 billones de conexiones.

Las sinapsis neuronales se van creando sobre la marcha, cuando se estimula el uso de las neuronas frente a las necesidades de supervivencia, permanecen un tiempo mínimo suficiente para que puedan ser reutilizadas, recreándose y reforzándose de nuevo, cada vez que se vuelven a activar, pero en caso de no utilización no se restablecen y van desapareciendo poco a poco sin dejar rastro.

Es muy comprometido tomar conciencia de que el desarrollo de las sinapsis neuronales y en consecuencia el progreso de la memoria y la capacidad mental, van a estar dependiendo básicamente de la estimulación, que reciba nuestro cerebro durante los primeros años de la vida y también es muy esperanzador saber que el proceso recreativo de las sinapsis y por ende del aprendizaje, se debe llevar a cabo durante toda la vida. Por el contrario sabemos que, si los estímulos fallan, se irán anulando las capacidades tanto intelectuales como físicas en los individuos y así constatamos una vez más que “lo que no se usa se pierde y lo que no se activa se atrofia”.

Las neuronas, en su mayor parte y a diferencia del resto de las células del organismo no mueren ni se reproducen y por lo tanto no son reemplazables de forma generalizada, a excepción de algunas neuronas que pueden morir y renacer durante toda la vida del ser humano, si son adecuadamente estimuladas. Parece ser que tanto los estímulos que potencian su creación, como los procesos que provocan su mortandad están en relación directa con el estrés, mediante la producción suficiente o excesiva de corticoides por parte de las glándulas suprarrenales.

Los cambios auténticos y esenciales, que despliegan el volumen cerebral y el desarrollo de las capacidades mentales, se dan por la continua creación-recreación de las sinapsis o conexiones neuronales, encargadas de transmitir los mensajes informativos de unas a otras neuronas y aquí siguen valiendo los criterios naturales de utilidad y caducidad, junto a la experiencia general de los humanos: “lo que no se utiliza se pierde”.

Basta con observar a las personas de edad que mantienen en perfectas condiciones sus capacidades físicas y mentales para reconocer que de manera más o menos consciente mantienen una actividad vital envidiable, sin alejarse de los problemas ni de las soluciones, que se plantean en su entorno. Participan en los quehaceres cotidianos y saben poner su punto de serenidad y de cordura en todo lo que tocan.

En definitiva se trata de ser coherentes con los esquemas de funcionamiento de nuestros antepasados, adoptando unos estilos de vida adaptados al entorno físico y social.  

Es obvio que envejecemos, que nuestra capacidad de regeneración ni es tan amplia ni tan intensa como en los años jóvenes, que durante el paso del tiempo se van marcando las huellas del deterioro, producido por nuestra deficitaria interacción con el medio ambiente, que las cicatrices y las arrugas revelan un pasado menos saludable de lo deseado, donde los desequilibrios hormonales han hecho de las suyas, limitando muchas de las funciones biológicas, que nos permitían una recuperación casi completa hasta los 20 – 30 años.

También sabemos que con los años aumentan los radicales libres y disminuyen las capacidades para poder hacerles frente y neutralizarlos, lo que redunda en un mayor deterioro de las funciones biológicas y nos obliga a una mayor exigencia para tratar de superarlos.

Hay autores que defienden la existencia en todos los seres vivos de una especie de “reserva cognitiva”, acumulada durante los años de mayor crecimiento y desarrollo neuronal, que puede ayudar a mantenernos en mejores condiciones y durante más años, cuando los procesos degenerativos no nos faciliten tanto la recuperación.

Parece ser que su funcionamiento sería similar a la reconocida “reserva física” que garantiza un mejor funcionamiento cardiovascular y osteomuscular. En realidad, si las redes neuronales con sus sinapsis están fortalecidas por un continuado entrenamiento, es lógico esperar que su deterioro sea mucho más ligero, cuando la capacidad regenerativa disminuya y no se pueda superar con facilidad el efecto negativo de los radicales libres.

Como consecuencia debemos pensar que, partiendo de la capacidad genética heredada, el desarrollo de nuestra capacidad cerebral durante los años de crecimiento y después en su mantenimiento, debe estimularse continuamente, a la vez que la actividad física y las relaciones socioculturales, con el fin de estar en perfectas condiciones físicas y mentales durante toda la vida.

La estimulación en la globalidad del ser humano es imprescindible para el correcto desarrollo y mantenimiento de sus capacidades, tanto a nivel físico como psíquico, de forma que todos los órganos y sentidos se vean favorecidos y recreados por el estímulo.

Cuando realizamos ejercicios físicos aeróbicos, además de los beneficios directos en los órganos estimulados, también aumentamos el número de neuronas del “hipocampo”, cuya estructura garantiza los procesos del aprendizaje y de la memoria.

Nos referimos especialmente a los ejercicios aeróbicos como el andar y correr, ya que los ejercicios “anaeróbicos”, como los estiramientos, los típicos de la gimnasia sueca y en general los realizados a base de contracciones musculares mantenidas, también llamados “isométricos”, no son tan capaces de mejorar el desarrollo neuronal.

Estos beneficios se explican porque la estimulación física aeróbica favorece el incremento de los factores de crecimiento a nivel general y por lo tanto mejora la proliferación de los vasos sanguíneos, que riegan el cerebro con mayor profusión de nutrientes y menor riesgo de desarrollar procesos de “arteriosclerosis”.

Todos los estudios consultados sobre la influencia del ejercicio físico aeróbico en el mantenimiento y mejora de las funciones mentales coinciden en que la repercusión de dichos factores es directamente proporcional al tiempo y a la intensidad con la que se practica, siendo su efectividad independiente de la edad y de las circunstancias en la que se inicie el proceso estimulador.

Las razones últimas de estos resultados hay que encontrarlas en el propio diseño genético del ser humano, que está preparado para llevar una vida realmente activa y no tan sedentaria como la nuestra, puesto que de los 1.400 gramos del cerebro del hombre actual, al menos en 400 gramos compartimos las mismas estructuras que nuestros parientes los chimpancés, que están destinadas a mover toda la musculatura disponible para poder saltar, correr, trepar, jugar, huir, luchar, etc.

Cierto es que desde el descubrimiento de la agricultura, la piscicultura, el pastoreo y las granjas, junto con el desarrollo de las herramientas, las maquinas, los transportes y los sistemas de telecomunicación la vida en la tierra se ha ido suavizando de forma que no sea tan necesario emplear la fuerza física para casi ninguna de las tareas habituales y las relacionadas con la subsistencia. Todas las asperezas se liman, todo se simplifica y se reducen los esfuerzos necesarios a la mínima expresión, pero nuestra constitución de animales activos, capaces de buscarse la vida en condiciones prehistóricas, sigue vigente y no puede ser desactivada por desuso, sin un alto coste biológico para el conjunto del organismo.

Por ello aunque en nuestro mundo tan sofisticado ya no sea preciso contar con la fuerza física para poder obtener los recursos necesarios para la supervivencia, no debemos olvidar quienes somos, de dónde venimos y cómo hemos de comportarnos para vivir en armonía con nuestra actual biología, que no ha evolucionado en los últimos 100.000 años y permanece prácticamente anclada en el Paleolítico.

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