CAUSAS DE HTA

Menos del 5% de las HTA son secundarias a problemas en algún órgano del cuerpo, que se traduce en aumentos de la presión arterial, cuya solución pasa inexorablemente por arreglar inicialmente el órgano afectado. Es decir la mayoría de las HTA son simples manifestaciones de algún desequilibrio en el proceso regulador de la tensión arterial.

El sistema regulador de la tensión arterial desde el punto de vista mecánico depende de la presión ejercida desde el corazón en el movimiento sistólico, de la cantidad de sangre que se desplace y de las variaciones del continente (los vasos sanguíneos).

Aunque hay problemas en otros órganos del cuerpo, que también pueden llegar a producir el mismo efecto hipertensor, tales como ciertas alteraciones del tiroides, de los riñones, de las cápsulas suprarrenales, de la aorta, etc. la mayoría de las hipertensiones que vemos en las consultas están relacionadas con el sobrepeso y, o con el estrés crónico.

En todos los estudios poblacionales encontramos que la obesidad, está asociada con la hipertensión arterial, en más del 90% de las ocasiones y tiene una lógica puramente mecánica: a mayor volumen corporal que atender aumenta necesariamente el trabajo de la bomba impulsora y la presión de su funcionamiento.

Los expertos no se ponen de acuerdo sobre las causas, que finalmente concurren en el establecimiento de la hipertensión, aunque hay explicaciones puramente biofísicas que la justifican. En la práctica todos los sanitarios observamos que, cuando nuestros pacientes comen correctamente y normalizan su peso, su tensión arterial se regula.

Por  el contrario, si tornan a alimentarse mal, vuelven a incrementar tanto el peso como la presión arterial.

Parece ser que en este fenómeno están implicados al menos dos mecanismos: el primero de ellos es el desequilibrio a favor de las hormonas autocrinas, que favorecen la constricción de los vasos sanguíneos, en detrimento de sus hormonas homónimas que facilitan la vasodilatación. Esta situación reduce la capacidad del continente (los vasos sanguíneos) y aumenta la presión del contenido (la sangre).

Un segundo mecanismo influye también en la elevación de las cifras de tensión arterial y se puede relacionar directamente con la presión que existe en el tórax y en el abdomen, derivada de la reducción de espacio, que ha sido ocupado por el exceso de tejido adiposo, este oprime a todas las estructuras vecinas y obliga a incrementar la presión normal del trabajo cardiaco.

Podemos observar cómo se incrementan las cifras tensionales en los obesos, que tienen el abdomen tenso o timpánico, cuando les tomamos la tensión arterial de pie, sentados y tumbados. Es como si el sistema cardiovascular, aprisionado en el torax, tuviera que incrementar su presión de funcionamiento para poder superar la presión derivada del gran volumen de las estructuras vecinas, limitadas por la musculatura abdominal y por el diafragma.

En la consulta también detectamos una estrecha relación entre el estrés físico o psíquico y la elevación de la tensión arterial. Es muy frecuente tener que esperar algún tiempo para que los pacientes se tranquilicen física y psíquicamente, antes de tomar la tensión y con cierta frecuencia nos encontramos con autenticas hipertensiones de bata blanca, que obedecen a reacciones de estrés difícilmente superables delante de los sanitarios.

Merced a la disponibilidad y sencillez de los aparatos caseros, podemos solventar este serio problema diagnostico, que convierte en hipertensos crónicos, (candidatos a tratamientos de por vida), a personas sanas con cierta hipersensibilidad psicológica ante los sanitarios o situaciones afines.

El estrés suele afectar habitualmente a la tensión arterial incrementándola de forma notable. Según los expertos las situaciones más o menos conflictivas que padecemos nos pueden provocar reacciones de tipo hormonal con la consiguiente producción de las hormonas adrenalina e hidrocortisona. La primera provoca un aumento de la frecuencia cardiaca, como preparándonos para realizar un esfuerzo especial y la segunda nos pone en situación de emergencia, anulando los procesos metabólicos normales, que se venían desarrollando y supeditándolos a las reacciones típicas de la supervivencia.

Ante esta producción hormonal, las cifras de tensión arterial se incrementan, tanto por el aumento de la actividad cardiaca como por la vasoconstricción de las arterias, más la retención hídrica concomitante.