HTA GENÉTICA O AMBIENTAL

Desde los primeros estudios sobre la Hipertensión Arterial (HTA) se viene considerando que esta es el resultado de de una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales.  A favor de las influencias genéticas se ha argumentado que la HTA esencial tiene tendencia a presentarse en grupos familiares y eso nos ha condicionado a indagar sistemáticamente sobre la presencia de HTA en los familiares de los pacientes estudiados.

Estadísticamente es cierto que encontramos una correlación familiar en los valores de tensión arterial, pero dicha relación puede explicarse bien por una genética común, bien por un medio ambiente común o por la suma de ambos factores.

Los defensores del origen genético de la HTA llegan a la conclusión de que su influencia supera el 50 %, frente a los que opinan que los estudios no llegan a desglosar suficientemente la influencia ambiental de la influencia genética.

La primera falacia consiste en propagar que la presión arterial es el resultado de una interacción compleja entre factores genéticos y ambientales, cuya contribución relativa es difícil de determinar. Se da por hecho que la tendencia de la HTA a presentarse en grupos familiares es debida a los factores genéticos que actúan en la sombra y por consiguiente se le inculca al clínico la obligación de que investigue la HTA en los familiares, hasta el punto que, si no encuentra una historia familiar de HTA, busque pruebas de una posible HTA secundaria.

De una manera muy sutil hemos despreciado la influencia de los factores ambientales, que en mi experiencia son los auténticos responsables de la mayoría de las hipertensiones arteriales. Casi todos mis pacientes han normalizado definitivamente sus cifras de tensión arterial, con solo modificar sus hábitos higiénico dietéticos y controlar su situaciones  de estrés, sin necesidad de que nadie “altere su genética”.

La literatura médica está plagada de estudios en los que se correlacionan los valores de la tensión arterial de un individuo con los de sus familiares y esta correlación no admite dudas. El error está en pensar que el origen es genético y no meramente ambiental, es decir, derivado de la forma familiar de comer, dormir, trabajar, responder al estrés, etc.

En la misma línea se han querido ver los factores genéticos productores de la HTA en los individuos de raza negra, sin querer reconocer que las diferencias raciales se acompañan habitualmente de circunstancias socioeconómicas distintas, que condicionan factores ambientales tales como la alimentación, el descanso, el trabajo y el estrés.

También nos hemos acostumbrado a oír y a aceptar como normal que la HTA sube con la edad, como si estuviéramos predestinados a ser hipertensos, cuando nos hacemos mayores, y nos tranquilizamos diciendo que hasta cierto nivel de HTA es “normal para mi edad”.

La edad no es un factor que suba la tensión arterial, los verdaderos factores hipertensores son los malos tratos, que infligimos a nuestro organismo cada día al no alimentarnos bien o al estresarnos en demasía.

La edad es indiferente y así lo prueban las tensiones arteriales de los ancianos de tribus primitivas y de zonas rurales que han llevado una vida sana y sin estrés, siendo estas constataciones independientes de la raza a la que pertenezcan.

Para muchos sanitarios es indiscutible que “la HTA sea una enfermedad crónica de origen desconocido”. En mi opinión la HTA ni es una enfermedad, ni es crónica y mucho menos de origen desconocido. Lo que llamamos hipertensión arterial y medimos con los esfigmomanómetros son simplemente unas cifras de presión arterial de constante variabilidad, que superan unos límites arbitrariamente aceptados y que están  relacionados estadísticamente con la aparición de enfermedades cardio y cerebrovasculares.

Este signo clínico es continuamente variable, la tensión arterial fluctúa constantemente de día y de noche, dependiendo de la presencia o ausencia de los agentes causantes, es decir, de los factores implicados en su producción, que vamos conociendo cada día con más precisión.