SUPERVIVENCIA

Cada ser vivo cuenta con una información genética heredada, que, si las circunstancias le son propicias, le permite crecer, llegar a ser adulto y transmitir a los descendientes su carga genética, perfeccionada en el proceso de interacción con el medio ambiente.

Las especies especializadas, si viven largo tiempo en nichos ecológicos estables, van dilapidando paulatinamente su capacidad de adaptación a nuevos cambios ambientales y quedan prisioneras de su bagaje genético.  

Todos los individuos de todas las especies seguimos tratando de sobrevivir y de multiplicarnos, sirviéndonos los unos de los otros, adaptándonos y superando las condiciones, que nos proporciona el medio ambiente y de hecho el planeta tierra está plagado hasta rebosar de seres vivos microscópicos y macroscópicos (entre estos últimos nosotros), que pugnamos a muerte por sobrevivir y perpetuarnos a costa de todo lo que nos rodea.

La supervivencia de cada individuo esta necesariamente ligada a la utilización, con o sin la destrucción de otros seres vivos. Es la lucha por la vida y para que unos vivan, otros deben colaborar  y, o, morir.

 El pez grande habitualmente se ha comido al pez chico o lo ha utilizado para su beneficio, puesto que en esta lucha por la subsistencia y en la interacción con el medio ambiente siempre ha valido todo. El uso de la fuerza bruta, la unión y colaboración entre los más débiles, el empleo de la astucia y la inteligencia para todo tipo de estrategias, el camuflaje, la huida, el ataque, la resistencia, el uso de instrumentos, y siempre en un continuo aprendizaje para adaptarnos mejor al medio.

El secreto de la supervivencia de cualquier especie ha dependido de la abundancia y de la estabilidad del medio en el que se desenvolvía y al que había logrado adaptarse, junto a una relativa ausencia de competencia por el mismo nicho ecológico, pues la experiencia confirma que dos especies próximas no pueden convivir en el mismo ecosistema y una de ellas acaba desplazando por competencia a la especie menos dotada.

Cualquier cambio brusco crea problemas de adecuación, obligando al sistema a reaccionar dentro de unos límites generalmente estrechos, que pueden ser un aliciente y un estimulo para recrear nuevas condiciones de vida o, si se desbordan pueden ser incompatibles con ella.

El instinto de supervivencia de la especie, continuamente perfeccionado por las experiencias positivas y el aprendizaje de la comunidad han sido y deberán seguir siendo el estímulo base para educarnos en la comida, en el descanso  y en las actividades que llevemos a cabo, siempre a favor del individuo y de la especie.

Cada vez está más comúnmente aceptado que la evolución de las especies parte de la lucha de los individuos por su supervivencia, estimulada por la necesidad de obtener del medio ambiente los recursos necesarios para su desarrollo, renovación y reproducción.

Esa capacidad de los seres vivos para interaccionar selectivamente con el medio, obteniendo de él todos los recursos precisos para su supervivencia y rechazando a la vez todo lo que les puede resultar nocivo, ha sido y sigue siendo imprescindible para la perpetuación del individuo y de las especies.