SIMBIOSIS DINÁMICA

Cada uno de nosotros estamos rodeados de millones de seres macroscópicos y microscópicos (virus, bacterias, hongos, etc.) que mantienen una pugna constante por su supervivencia y tratan de expandirse e invadirnos, pero están frenados por nuestras defensas que se lo impiden, manteniéndolos a raya, en una especie de simbiosis dinámica.

Con frecuencia estos invasores se adaptan a vivir entre nosotros y nos hacen un gran favor, impidiendo que otros seres desconocidos y posiblemente más agresivos nos puedan colonizar, no obstante los riesgos siempre están presentes, viven con nosotros y nos invadirán en cuanto bajemos la guardia y tengan la menor oportunidad. Las situaciones de desnutrición, falta de higiene, hacinamiento, cansancio, estrés, etc. nos disminuyen o agotan las defensas y facilitan cualquier ataque infeccioso.  

Si en el mundo microscópico estamos rodeados de invasores más o menos oportunistas con los que sobrevivimos en simbiosis dinámica, en el mundo macroscópico nos sucede algo parecido.

Diariamente para asegurar nuestra supervivencia estamos sirviéndonos de múltiples seres vivos, tanto vegetales como animales, que también luchan por su desarrollo individual  y el de su especie con todas las armas a su alcance, pero sucumben ante nuestra mayor capacidad de depredación.

En esta lucha hemos llegado a un alto grado de desarrollo, solo para una cuarta parte de la humanidad, mediante unos procedimientos altamente sofisticados, a veces demasiado agresivos y en general muy poco respetuosos con el medio ambiente del que seguimos dependiendo.

Se constata que estamos caminando hacia nuestra propia autodestrucción por el derroche de unos recursos finitos y el agotamiento de los recursos del medio ambiente, sin el cual resulta inviable nuestra subsistencia.

Algunos estudiosos del tema afirman que, si toda la humanidad viviente utilizase los recursos del planeta en la proporción que lo hacemos los privilegiados del primer mundo, necesitaríamos tres planetas como el actual.

Realmente se impone un análisis muy serio de la situación de la humanidad que se ha multiplicado por cinco en los últimos 110 años y no deja de crecer junto con el hambre, la enfermedad y la muerte como consecuencia inmediata de la acuciante y angustiosa falta de recursos para todos.

Las soluciones no pueden aplazarse, puesto que cada día el problema del exceso de población se incrementa exponencialmente. Actualmente ya contamos con 7.000 millones de seres humanos y los expertos en proyecciones demoscópicas calculan que para mediados de este siglo habremos superado los 10.000 millones.

El crecimiento demográfico de nuestra especie está siendo exponencial, aumentamos cada 13 años unos mil millones de habitantes más y, mientras una cuarta parte vivimos por encima de las posibilidades que permite nuestro planeta, las tres cuartas partes restantes lo hacen por debajo de las condiciones mínimas para la supervivencia.